Un momento con Álvaro

Publication Date: 
Thursday, February 26, 2015
Source: 
Osa Conservation

Un Momento con Álvaro

Dentro de unas semanas, cuando las fuertes lluvias de la estación vuelvan a la Península de Osa, algunos amigos y familiares de Álvaro se reunirán cerca al Río Piro, al pie de un robusto y gigantesco árbol de Ajo (Caryocar costarricensis), el cual fué dedicado a Alvaro, en febrero del 2012 por Conservación Osa. Los Ajos son árboles excepcionalmente enormes y de madera densa. Las gruesas y sinuosas aletas al pie del árbol de Ajo le dan el aspecto de alguna creación artística fantástica. Otras especies cercanamente emparentadas al Ajo, llegan a edades que suman mas de mil años. La dominancia de los inmensos Ajos en esos bosques maduros de Osa hablan de su pasado profundamente prístino. En la base de este Ajo, se encuentra una modesta placa que honra las contribuciones de Álvaro para la conservación de los bosques de Osa que el amó. Ahí, tal como el lo deseó, sus cenizas serán esparcidas. No puede haber un mejor monumento para este hombre tan querido por tantos y en muchas partes.

Cuando caigan las primeras lluvias, las cenizas de Álvaro se disolverán y filtrarán por entre la hojarasca. Casi de inmediato, los delicados y blancos filamentos de los hongos del suelo los absorberán. Esos nutrientes serán incorporados dentro del árbol de Ajo cuando las raíces de este hagan el intercambio de azúcares por minerales con su entrelazado socio fungal. Pronto, los iones de Álvaro serán transportados en un fluido de savia subiendo en dirección celestial hacia la frondosa copa de uno de las árboles mas impresionantes que hay en nuestro planeta.

Cuando despierte la masiva floración del árbol de Ajo, abriendo sus dorados botones que casi huelen como ajos salteados, Álvaro estará ahí en su néctar. Nubes de murciélagos beberán de ese néctar llevando esos elementos de Álvaro, muy lejos y por todas partes. Por noches enteras, los murciélagos llevaran esas esencias que quedaran en las orquídeas, bromelias, helechos, lianas y en las algas que verdean el pelaje de los durmientes perezosos. A su vez, las plantas re-absorberán esos nutrientes. Una y otra vez, Álvaro se adentrará más profundamente en ese bosque que el atesoró.

El día en el que el árbol de Ajo fue dedicado a Álvaro, el quiso tener algunos invitados para la ceremonia. El no escogió a ninguno de los dignatarios, los presidentes y ministros que el conocía. El invito a los guarda parques locales. El se vistió con su viejo uniforme de guarda parque. El caminó de la mano con esos héroes de la conservación, como el mismo los llamaba, esos a veces poco apreciados colegas, quienes están en la línea frontal de defensa de esos bosques. Fué un momento de gran emoción para él, y mientras la placa era develada, él se encontró a sí mismo riendo y llorando simultáneamente. Ese momento mantuvo esa esencia contagiosa de Álvaro, el amable padre de Corcovado, el alma inspiradora de la conservación en Costa Rica, ese niño vulnerable, como un hombre venerable.

Cuando llegó el momento de decir unas palabras, el luchó por mantener la compostura, exclamando, “no puedo parar de llorar. Soy tan gay.” Esa fue una de esas bromas autocríticas y conmovedoras basadas en la verdad. Pero Álvaro nunca ocultaría quien era o que pensaba. El diría las mismas palabras, y también lloraría en la compañía de presidentes o en la presencia de indigentes. Era esa honestidad emocional y valiente vulnerabilidad que atrajo a miles a su entorno. Álvaro es llorado por tantos no solo por sus grandes logros en conservación, sino porque abrió su corazón a todas las personas, con transparencia y honestidad. 

A través de las décadas, Álvaro perdió el cabello, y engordó, pareciéndose a algo así como un buda. El era reflexivo. El pensó mucho sobre el final y el significado de su vida. Sin embargo, lejos de ser como un buda, retrayéndose y aceptando su destino, estuvo siempre activo en este bello mundo en problemas, luchando vehemente y fuertemente por él. En el último día de su vida, él estaba en una campaña, arengando al gobierno de Costa Rica para que tomara acciones más efectivas para salvar al Parque Nacional Corcovado de la orería y caza ilegal, a ayudar más a los guarda parques, a sus héroes, para que hiciesen mejor su trabajo. En todos sus días, hasta el último, Álvaro definió y fue fiel reflejo de la palabra “compromiso”

Como se puede honrar a una persona como él y su trabajo? Podemos ofrecer mucho más que un evento o tributo conmemorativo. Álvaro quería una mayor participación de la gente en la conservación. Con este propósito, y con el generoso apoyo de Diane Edgerton Miller de la fundación blue moon, estamos creando El Fondo Álvaro Ugalde Para la Conservación, un fondo de becas para incentivar a la juventud en la conservación de Osa. Estas becas facilitarán la participación de la juventud, particularmente de Osa, para trabajar mano a mano y a aprender con los biólogos, guarda parques, educadores ambientales, y activistas en las comunidades- todos aquellos tratando de salvaguardar el futuro de Osa que Álvaro tanto amó. Algunos de esos jóvenes empezarán a creer que ellos también pueden ser parte de la magia natural de Osa. Y Álvaro se mantendrá vivo en ellos.

Y podemos hacer algo aún más inmediato. Álvaro estaba en una campaña para erradicar a los mineros extrayendo oro ilegalmente dentro del Parque Nacional Corcovado, y para reducir la cacería de fauna silvestre en Osa. En este momento, hemos también abierto el Fondo por Corcovado, que apoyará al Gobierno de Costa Rica, al personal del parque y a la sociedad civil en la recuperación de Corcovado: el parque que tuvo el mayor significado para Álvaro.

Si Usted quisiera apoyar El Fondo Álvaro Ugalde Para la Conservación o el Fondo por Corcovado, o simplemente visitar el árbol majestuoso de Álvaro, para regocijarse con la memoria de su vida y para pasar un momento con su legado en ese sitio tan especial, por favor, escríbanme a adrianforsyth@gmail.com

Adrian Forsyth

Co-fundador de Conservación Osa

VP de blue moon fund